“Un libro es la prueba de que los humanos pueden hacer magia”. (Carl Sagan)

Cada uno de nosotros somos magos; magos a los 3 años, a los 14 o magos a los 40, todos escribimos por pequeño que sea, por perdido que quede luego en el tiempo o en la memoria el escrito... escribimos en la intensidad de una emoción, por amor, por despecho, por soledad, por felicidad, por un momento de ligereza u otro de preguntas, de filosofía, de existencialidades…  de investigación;  todos somos un poco escritores, un poco creadores.

Sobre magia, escribir, tiene mucho y a la vez nada, todo depende de tu capacidad de asombro, de lo que eres capaz de producir, de tu saboreo por la letras, del guardar el escrito o de publicarlo para que un sinnúmero de otros magos se nutra de él, nutra bien o mal, pero se nutra. Cuando escribes empiezas vacilando las letras, el carboncillo sobre el papel... dibujando las primeras vocales y hasta tachando las inconsistencias... se escribe en la punta del mundo, sobre unas servilleta, o sobre el mismo corazón que late más lento o más rápido… y eso depende de que estés escribiendo. Pero la sensación es de derrame, derramas letras, emociones, sentimientos, recuerdos, imaginación... derramas allí la esencia, el tú lleno de muchos yo y muchos otros ellos y ellas inventados, transgredidos.

Las letras fluyen… a veces creas historias, a veces cuentos,  poemas o solo una frase, eso también es escribir... estas haciendo magia, magia que hará sonreír, que hará imaginar, que hará llorar, que hará sentir a otro mago, a otro que como tú se derramo sobre un papel. Hasta una nota al lado de un libro es la contribución a lo que otro ya escribió... es aquella tu opinión un conejo más que sale de un sombrero de copa para asombrar a todo un público... por eso cuando los libros fluyen y no se quedan en tu biblioteca das más que un libro das tu magia sumada a otra magia a otra sin razón... con otro sabor.

Al final vivimos leyendo magia e escribiendo magia en un mundo que aun siendo tan real se vuelve tan imaginario, tan comible como lo es un libro. Hoy somos actores de una obra de teatro que alguien más imagino, que alguien más escribió... hoy yo quise hacer magia de la magia... y no hay buenos y malos magos, porque no hay lectores expertos ni lectores novatos, hay magos y lectores, hay libros y hay magia.

Y la magia siempre comienza con ese impulso de tomar un papel y escribir… cuando llega el mago sabe que debe dejar lo real de lado y empezar a dejar sobre el papel la letra de un acto de magia… y acaba con esa tranquilidad del alma sobre la cual se cuece el llegamos al FIN.

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